lunes, 10 de marzo de 2014

Lunes

Un lunes cualquiera y me despierto ya cachonda. Mis braguitas tienen una humedad que anuncia que hoy llegaré tarde a trabajar. Antes de levantarme de la cama, acaricio mis pezones, poniéndolos duros. Y una de mis manos, como si tuviera vida propia, empieza a bajar por mi estómago hasta llegar a las mencionadas braguitas (que, por cierto, hoy son blancas).
Dejo vagar mis deditos, abriendo mis labios, probando mi humedad, acariciando ese botoncito que tanto placer me proporciona. Dejo que mi dedo índice se adentre en mi coñito, mis dientes castigando mi labio inferior, mis pezones gritando en busca de atención.
Estoy encima de la cama, con la camiseta que utilicé anoche para dormir arremolinada en el cuello, los pezones al aire, las braguitas apartadas y el coñito también al aire, mi dedo índice dentro de mi coñito, mi dedo pulgar acariciando mi clítoris.
Justo en ese momento, él vuelve a entrar en la habitación. Por su mirada, sé que piensa que he sido mala por no esperarle. También sé que va a querer castigarme. Pero quiero que seáis vosotros, mis queridos lectores, los que decidáis el castigo que merezco. Unos azotitos os parecen bien? O quizá me merezca que me follen bien follada... Acepto sugerencias, y el castigo que sea llevado a cabo, lo colgaré como nueva aventura.
¡Gracias por leerme!
Siempre vuestra,
Carlota.

jueves, 27 de febrero de 2014

Feliz Jueves

Hoy es una de esas mañanas en las que me levanto cachonda perdida y lo único que me apetece es que me empotren contra el cabecero mientras me la meten hasta las entrañas... Que me pellizquen los pezones y me los muerdan, que me coman la boca, que me follen lentamente haciéndome sentir esa polla tan sabrosa. Que me saquen la polla del coñito y la lleven a mis labios. Que me sujeten de la barbilla y me hagan abrir la boca. Sacar la lengua y probar mis flujos en su polla. Que meta su pulgar en mi boca para forzarme a abrir bien la boca. Que empiece a meterme la polla en la boca hasta hacerme sentir llena. Que se mantenga ahí, obligándome a respirar por la nariz. Y que una vez que me he acostumbrado, empiecen a follarme la boca sin piedad. Entrando y saliendo, una y otra vez. Mirarle a los ojos mientras me la trago. Llevar mis dedos a mi coñito y empezar a frotarme. Darme toquecitos en el clítoris. Sentir cómo van acercándose nuestros orgasmos. Sentir cómo su polla se estremece en mi boca. Acelerar mis dedos para correrme al mismo tiempo. Y en el momento en el que empieza a salir leche de su polla... dejarme llevar y correrme mientras tu leche inunda mi boca y resbala por mi garganta, y se escapa por las comisuras de mis labios, y cae por mi escote. 
Me miras, y me dices lo mucho que te gusto cuando pongo cara de zorrita glotona. Lo que no sabes es que no la pongo, es mi cara habitual... ;)
¡Gracias por leerme!
Siempre vuestra, 
Carlota.


martes, 18 de febrero de 2014

Follar en el coche

Siempre he pensado que follar en el coche es muy excitante. Me devuelve a esos primeros polvos furtivos echados en el coche en cualquier descampado porque no aguantas más y necesitas arrancarle la ropa y sentir cómo su polla te penetra por fin. 
A estas edades (casi los 30 tengo ya), si echo un polvo en el coche es por la excitación de que puedan verte, no por necesidad, como cuando teníamos 17 años. Por la falta de espacio, que le añade un toquecito, que te aleja de la rutina. También por la excitación de lo prohibido, de buscar un sitio apartado y más o menos oscuro, de cambiar de postura, de hacerlo con la ropa medio quitada. 
Reclinar el asiento del copiloto, empezar a apartar la ropa, besos pasionales, manos que palpan, carne que empieza a entreverse con la luz de una farola cercana... Me parece realmente excitante.
Una vez incluso se acercó un mirón y nos observó follando en el coche. Nos excitó tener público, nos calentó aún más. Y cuando mi chico de aquel momento se corrió sobre mis tetas, el mirón jadeaba haciéndose una paja. Estalló al verme cubierta de leche, recogerla con los dedos y llevándomela a la boca, saboreándola para ellos dos. Esa vez no le dejamos participar. No volvimos a verle. Pero siempre nos quedamos con el recuerdo tan excitante de sentirnos observados.
¡Gracias por leerme!
Siempre vuestra,
Carlota.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Mi amiga, tú y yo

Una de las fantasías que todos los hombres con los que he estado tienen es hacer un trío con una amiga y conmigo. Ahora voy a contaros qué suele pasar esas veces en las que la fantasía se hace realidad.
Entre mi amiga y yo hay mucha complicidad, lo cual es fundamental para que haya química durante un trío. Nos gusta besarnos con mucha lengüita mientras nos miran, acariciarnos lentamente... todo lo que hacemos es muy sensual. Nos gusta desnudarnos la una a la otra mientras el hombre mira, nos gusta tomarnos nuestro tiempo al hacerlo, ir enseñando primero la ropa interior, moverla un poquito, dejar que asome un pezoncito, que la otra lo atrape entre sus labios, hacer que desaparezca por fin la ropa interior, deslizar un dedo por el coñito de la otra, hacer que se moje. 
Normalmente, le gusta empezar a ella a comerme el coñito. Dice que la pone cachonda escuchar mis gemidos mientras mete sus dedos y su lengua dentro de mi coñito. Después, me gusta devolverla el favor, abrir su coñito con mis dedos, meterlos y sacarlos cada vez más rápido, atrapar su clítoris con los labios, succionar y succionar hasta escuchar cómo se corre entre gritos de placer. 
Normalmente, al hombre no le dejamos intervenir hasta después de corrernos cada una en la boca de la otra. Después, nos centramos en él. Nos gusta desvestirle entre las dos mientras le besamos y nos besamos entre nosotras. Cuando le tenemos desnudo para nosotras, nos gusta arrodillarnos frente a él y comérsela a medias, hacer una pelea con las lenguas por su polla, pasárnosla por la cara, besarnos con su polla en medio. 
Después, siempre quiero empezar yo a ser penetrada, después de la delicadeza de una boca femenina es impresionante sentir una buena polla llenándote. Me gusta cabalgarle mientras mi amiga le pone el coñito en la cara, que haga que nos corramos a la vez. Me gusta que se corra dentro de mí, o arrodillarnos las dos y esperar a que nos manche las caritas y limpiarnos la una a la otra con la lengua.
¡Me encantan los tríos! Si queréis más detalles, no dudéis en preguntar. ;)
¡Gracias por leerme!
Siempre vuestra,
Carlota.

lunes, 3 de febrero de 2014

A cuatro patas

Esta postura me resulta especialmente excitante. No sólo por el hecho de sentir cómo te meten la polla hasta el fondo, no sólo porque la fricción es mayor que en otras posturas. No es sólo por el aspecto físico. Esta postura es muy excitante para mí porque estar a cuatro patitas para alguien implica que te entregas por completo, implica confianza total, implica una actitud de 'haz conmigo lo que quieras'.
Si tienes suerte y el tío sabe follar, vas a disfrutar como nunca.
Me lo imagino ahora mismo, que él me lo diga. 'Ponte a cuatro patas'. Sólo con esa frase, ya me tienes preparada. Ponerme a cuatro patitas y sentir un escalofrío de anticipación. Si él es bueno, me hará esperar. Me acariciará lentamente, me hará desearlo. Me dará un azotito o un pequeño mordisco. Puede que meta uno de sus dedos en mi coñito para comprobar lo mojada que me tiene. Y si es especialmente bueno, estimulará mi clítoris mientras lo hace.
Y por fin colocará su polla a la entrada de mi coñito.Si me conoce, lo hará despacio, dejándome disfrutar de esa invasión tan placentera, hasta que la tenga completamente enterrada en mí y sus huevos rocen mis muslos. Me gusta que entonces se agarren a mis caderas y la saquen lentamente para volver a meterla de golpe. Y que ahí empiece a aumentar el ritmo, metiéndola y sacándola cada vez más rápido, pero siempre hasta el fondo, me gusta que lleguen a un ritmo frenético mientras me pellizcan los pezones, que me muerdan el cuello, que froten mi clítoris hasta que hagan que me corra entre gritos, gemidos y jadeos y tengan que quedarse en un metesaca lento y pausado. Hasta que los vecinos tengan que golpear la pared del ruido que hacemos. Y que cuando parece que voy a relajarme, vuelvan a aumentar el ritmo y me froten con fuerza el clítoris mientras se corren, para correrme de nuevo al sentir tu polla descargar tu leche dentro de mí.
Me vuelve loca que me follen a cuatro patas.
¡Gracias por leerme!
Siempre vuestra,
Carlota.

viernes, 31 de enero de 2014

En el super

Estaba vagando por el supermercado, algo desganada, buscando algo de comida para cenar. Serían las 20.30h., y había poca gente por los pasillos. Entonces le vi. Nos habíamos encontrado otras veces, pero no habíamos hablado nunca.
Empezamos un juego de miradas que empezó a excitarme. Nos buscábamos de forma casi inconsciente, escondiéndonos por los pasillos, sonriéndonos, encontrándonos como por casualidad. Hasta que intenté coger una caja de cereales del estante superior sin conseguirlo. Se acercó con rapidez, quizá demasiada, estaba más cerca de lo que yo creía. Se puso detrás mío y agarró mi cintura para alcanzar facilmente los cereales. Cuando lo hizo, por el 'susto', di un paso hacia atrás y me pegué a él. Allí estaba, imponente, su erección, esperándome, provocándome, llamándome a gritos. Y con ese simple gesto, ambos supimos lo que iba a pasar. Dejamos nuestras respectivas cestas de la compra abandonadas. Colocó su mano en la parte baja de mi espalda para dirigirme. Nos metimos en un cuartito al fondo, él utilizó la llave, que estaba puesta, para cerrar y evitar que nos interrumpieran.
Empezamos a comernos la boca con hambre, tironeando de nuestra ropa, manoseándonos. Maniobró para abrirme la camisa y sacarme las tetas del sujetador. Yo desabroché sus vaqueros y le acaricié la polla por encima del slip. Bajó su cabeza y empezó a lamerme los pezones mientras tironeaba de mis pantalones para hacerlos desaparecer. Le ayudé y una vez que estaban fuera, apartó mi tanguita negro y me metió un dedo. Mmmm qué gustazo... Se la sacó con la otra mano y empezó a meneársela. Aparté sus manos y me arrodillé frente a él. ¡Quería probarla!
Por fin tenía su polla para mí, y no se andó con tonterías, me la metió hasta la campanilla y empezó a follarme la boca como un loco. Los sonidos de chapoteo se escuchaban en el cuartito como amplificados, y eso a los dos nos puso aún más cachondos.
Paré sus movimientos poniendo mis manos en su cadera y me puse de pie. Casi antes de haberlo hecho, él me giró y me puso contra la pared, abriendo mis piernas con su muslo. Sin esperar un segundo, me la metió hasta el fondo. Se agarró a mis tetas, sin dejar de sobármelas, y empezó a embestirme sin piedad. Ambos gemíamos y jadeábamos sonoramente. Escuchamos unos golpes en la puerta y una voz preguntando quién estaba ahí. No hicimos caso. Él siguió taladrándome con su polla y llevó una mano a mi clítoris, frotándome a la vez que me decía que se iba a correr. Me dejé ir con él mientras sentía sus dientes apretar mi cuello. Su leche salió disparada dentro de mí, caliente, espesa, quemándome por dentro, haciendo que me corriera por el morbo de estar siendo follada por un desconocido. Nos recompusimos como pudimos y abrió la puerta. Allí estaba la encargada, muy enfadada. Él agarró mi mano y tiró de mí, entre risas. En el parking, nos besamos y nos dimos el teléfono.
A veces, un aquí te pillo, aquí te mato es más erótico que cualquier otra cosa.
¡Gracias por leerme!
Siempre vuestra,
Carlota.


miércoles, 29 de enero de 2014

Mamadas

Hoy me apetece hablar sobre las mamadas. Me encantan. Soy de esas mujeres a las que les vuelve loca hacer una buena mamada. Me gusta sentir una polla en la boca, dura, grande, palpitante, empapada de mi saliva. Me gusta acompañar los movimientos de mis labios con la mano, me gusta dar placer. Me gusta de rodillas y el hombre de pie, me gusta encima de la cama y en el ascensor. Me pone cachonda. Me hace sentir poderosa. Me gusta provocar gemidos, dar placer, mirar a los ojos mientras lo hago, me gusta hacerte perder la cabeza, me gusta hacer que las rodillas se te doblen, me gusta que te corras entre jadeos ahogados porque pueden oírnos. Me gusta tu sabor. Me gusta tu semen, tu semilla, tu leche. Me gusta jugar con ella en la boca y dejar que caiga por mi garganta. Me gusta dejarla caer sobre mis pechos. Me gusta recogerla con los dedos y volver a llevarla a mi boca. Me gusta acariciarte con lentitud después, dejando que te recuperes. 
Me encanta mamar una buena polla.
¡Gracias por leerme!
Siempre vuestra,
Carlota