lunes, 10 de marzo de 2014

Lunes

Un lunes cualquiera y me despierto ya cachonda. Mis braguitas tienen una humedad que anuncia que hoy llegaré tarde a trabajar. Antes de levantarme de la cama, acaricio mis pezones, poniéndolos duros. Y una de mis manos, como si tuviera vida propia, empieza a bajar por mi estómago hasta llegar a las mencionadas braguitas (que, por cierto, hoy son blancas).
Dejo vagar mis deditos, abriendo mis labios, probando mi humedad, acariciando ese botoncito que tanto placer me proporciona. Dejo que mi dedo índice se adentre en mi coñito, mis dientes castigando mi labio inferior, mis pezones gritando en busca de atención.
Estoy encima de la cama, con la camiseta que utilicé anoche para dormir arremolinada en el cuello, los pezones al aire, las braguitas apartadas y el coñito también al aire, mi dedo índice dentro de mi coñito, mi dedo pulgar acariciando mi clítoris.
Justo en ese momento, él vuelve a entrar en la habitación. Por su mirada, sé que piensa que he sido mala por no esperarle. También sé que va a querer castigarme. Pero quiero que seáis vosotros, mis queridos lectores, los que decidáis el castigo que merezco. Unos azotitos os parecen bien? O quizá me merezca que me follen bien follada... Acepto sugerencias, y el castigo que sea llevado a cabo, lo colgaré como nueva aventura.
¡Gracias por leerme!
Siempre vuestra,
Carlota.