viernes, 31 de enero de 2014

En el super

Estaba vagando por el supermercado, algo desganada, buscando algo de comida para cenar. Serían las 20.30h., y había poca gente por los pasillos. Entonces le vi. Nos habíamos encontrado otras veces, pero no habíamos hablado nunca.
Empezamos un juego de miradas que empezó a excitarme. Nos buscábamos de forma casi inconsciente, escondiéndonos por los pasillos, sonriéndonos, encontrándonos como por casualidad. Hasta que intenté coger una caja de cereales del estante superior sin conseguirlo. Se acercó con rapidez, quizá demasiada, estaba más cerca de lo que yo creía. Se puso detrás mío y agarró mi cintura para alcanzar facilmente los cereales. Cuando lo hizo, por el 'susto', di un paso hacia atrás y me pegué a él. Allí estaba, imponente, su erección, esperándome, provocándome, llamándome a gritos. Y con ese simple gesto, ambos supimos lo que iba a pasar. Dejamos nuestras respectivas cestas de la compra abandonadas. Colocó su mano en la parte baja de mi espalda para dirigirme. Nos metimos en un cuartito al fondo, él utilizó la llave, que estaba puesta, para cerrar y evitar que nos interrumpieran.
Empezamos a comernos la boca con hambre, tironeando de nuestra ropa, manoseándonos. Maniobró para abrirme la camisa y sacarme las tetas del sujetador. Yo desabroché sus vaqueros y le acaricié la polla por encima del slip. Bajó su cabeza y empezó a lamerme los pezones mientras tironeaba de mis pantalones para hacerlos desaparecer. Le ayudé y una vez que estaban fuera, apartó mi tanguita negro y me metió un dedo. Mmmm qué gustazo... Se la sacó con la otra mano y empezó a meneársela. Aparté sus manos y me arrodillé frente a él. ¡Quería probarla!
Por fin tenía su polla para mí, y no se andó con tonterías, me la metió hasta la campanilla y empezó a follarme la boca como un loco. Los sonidos de chapoteo se escuchaban en el cuartito como amplificados, y eso a los dos nos puso aún más cachondos.
Paré sus movimientos poniendo mis manos en su cadera y me puse de pie. Casi antes de haberlo hecho, él me giró y me puso contra la pared, abriendo mis piernas con su muslo. Sin esperar un segundo, me la metió hasta el fondo. Se agarró a mis tetas, sin dejar de sobármelas, y empezó a embestirme sin piedad. Ambos gemíamos y jadeábamos sonoramente. Escuchamos unos golpes en la puerta y una voz preguntando quién estaba ahí. No hicimos caso. Él siguió taladrándome con su polla y llevó una mano a mi clítoris, frotándome a la vez que me decía que se iba a correr. Me dejé ir con él mientras sentía sus dientes apretar mi cuello. Su leche salió disparada dentro de mí, caliente, espesa, quemándome por dentro, haciendo que me corriera por el morbo de estar siendo follada por un desconocido. Nos recompusimos como pudimos y abrió la puerta. Allí estaba la encargada, muy enfadada. Él agarró mi mano y tiró de mí, entre risas. En el parking, nos besamos y nos dimos el teléfono.
A veces, un aquí te pillo, aquí te mato es más erótico que cualquier otra cosa.
¡Gracias por leerme!
Siempre vuestra,
Carlota.


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